Desde hace tiempo que el
género femenino le viene ganando espacio
a los varones. Tenemos mujeres que
manejan taxis y colectivos, tenemos
“remiseras" que manejan autos, mujeres
que juegan al fútbol y ahora también
tenemos detectives privadas que nos
investigan y persiguen.
El
oscuro mundo de los detectives primados
se tiñó de rosa y ellas salieron a la
calle. Sin trajes negros de cuello alto
y sin anteojos al estilo matrix, las
mujeres detectives pasan desapercibidas
en cualquier parte. Puede ser la chica
de enfrente que espera el colectivo, o
la señora que está haciendo la cola del
banco frente al hotel donde hoy
planeaste una cita. Esa señora que
camina tranquila mirando vidrieras por
la vereda de enfrente te puede estar
siguiendo.
Los
detectives privados femeninos ya son un
hecho en Argentina. El portal
LaDetectivePrivada.com,
es un claro ejemplo de ello. A cargo de
“Mariela S”, el portal nos abre los ojos
sobre un mundo que hasta ahora había
sido exclusivamente de los hombres.
Seguimientos con fotos y videos,
investigaciones por infidelidad,
investigaciones laborales y comerciales,
son solo algunas de las tantas
actividades que ofrece la investigadora
y su equipo de féminas.
Cada vez son más las mujeres que
recurren a La Detective Privada, no sólo
por confianza sino también por
seguridad. Las mujeres se sienten más
seguras con ella. Hay un rumor dando
vuelta que pone a los detectives
privados en la mira. Algunos cobran y no
trabajan. Otros se dan vuelta. Otros
directamente cobran y desaparecen. No
todos son así, afirma Mariela, pero
lamentablemente el ambiente da para
todo. La mayoría de los clientes que me
llaman, lo hacen por el hecho de “ser
mujer”, dice. Luego, analizan otros
aspectos. Lo fundamental es la confianza
que genera la mujer a la hora de brindar
un servicio.
La
mayoría de los casos que llevó adelante
LaDetectivePrivada se relacionan
con la infidelidad. “Los cuernos me dan
de comer”, dice. Mariela trabaja con un
equipo exclusivamente femenino. Cuando
en algún trabajo en particular se
requiere de un hombre, recurren a
colegas de confianza que también
trabajan en conjunto. “Una vez tuve que
documentar que una mujer ejercía la
prostitución en un conocido cabaret de
La Boca. Obviamente que yo no podía
entrar a semejante lugar, ni haciéndome
pasar por lesbiana siquiera. Para casos
como ese, recurrimos a masculinos que no
forman parte de nuestro equipo pero que
son de nuestra extrema confianza y
siempre colaboramos entre ambos. Todo
salió de diez.”.
Su
vida transcurre tranquila y sin llamar
la atención de nadie. Los únicos que
conocen de su actividad son sus
familiares y amigos más cercanos. No da
notas en la televisión porque le gusta
la acción y siempre forma parte del
grupo que sale a la calle a realizar las
tareas de seguimiento. El bajo perfil es
fundamental en esto.
Al
hablar con ella siento la inevitable
sensación de estar siendo observada por
alguien. Tal vez una cámara escondida o
tal vez alguna de sus colaboradas que
observan sigilosas desde la mesa de
enfrente de este añejo bar donde nos
encontramos. Charlamos, me cuenta varias
anécdotas de sus trabajos, que llevaría
horas transcribir. De pronto suena el
teléfono, y se tiene que ir de urgencia
a cubrir un caso. ¿Será cierto? ¿O tal
vez es la elegante forma de terminar la
entrevista? Como sea, si mintió lo hizo
muy bien y sabe de esto. Ese es su
trabajo.
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